Dime que hacer contigo,
como hago para dejarte en el olvido,
enséñame a vivir sin tu recuerdo,
castiga la perseverancia
de tu roce en mi cuerpo,
desgarra mi piel,
después del último encuentro,
después de mi suspiro,
el que doy después de tanto ultraje,
después de cada sudor producido.
Nunca dejes de hacerlo,
es la sangre que recorre cada fibra
de mi templo, donde reside mi
espíritu castigador y a la vez liberador,
que se esconde en mi respiración,
el que se jacta de tenerme en posesión,
el que hace que solo clame y se ahogue
mi voz.
1 comentarios:
Tengo que aprender a comentar poemas, es absurdo no saber hacerlo si los escribo. Lo que sé es que los tuyos transmiten mucho.
Un beso.
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